Excertos do "El Pais":
Muchos norteafricanos saben que el régimen del dictador libio tiene en la Italia de Silvio Berlusconi a su gran aliado occidental y a un socio comercial privilegiado. Desde que hace dos años Il Cavaliere y el Coronel firmaron el Tratado de Amistad, Asociación y Cooperación, los negocios bilaterales superan ya los 40.000 millones de euros anuales y alcanzan todos los sectores cruciales, de la energía a la banca o la construcción y sin faltar los acuerdos militares y de inteligencia. Todo ello bajo el signo del bunga bunga, el rito erótico de triste fama que, según Berlusconi, le enseñó Gadafi durante alguno de sus coloristas y frecuentes encuentros.
Además del gas, son el petróleo y las gigantescas reservas de petrodólares las grandes armas que Gadafi ha empleado para seducir a Silvio Berlusconi, que en los últimos dos años se ha convertido en el principal paladín del regreso del coronel a la escena internacional. Ambos países desarrollan en este momento un gran número de negocios millonarios, envueltos en un gigantesco conflicto de intereses entre lo público y lo privado, entre la alta política poscolonial y la diplomacia de los negocios personales y estatales.
Roma teme que el caos paralice o acabe con los numerosos acuerdos firmados con el dictador libio. Hay en juego autopistas, fútbol, helicópteros, radar, trenes, televisiones, bancos, coches, incluso un hotel de lujo en el centro de Trípoli.
Desde que hace dos años, el 30 de agosto de 2008, Libia e Italia firmaron en Bengasi el tratado que cerraba un largo y tenso contencioso colonial, con solemnes peticiones de perdón de Il Cavaliere al Coronel incluidas, Libia se ha convertido en uno de los escenarios favoritos de inversión de las grandes empresas italianas. Y viceversa, Gadafi ha inyectado grandes cantidades de dinero líquido en empresas italianas siguiendo los consejos de Berlusconi.
Todo ello, con la inmigración clandestina y los derechos humanos como sangrante telón de fondo: el acuerdo permitía a Italia y a la UE a devolver a Libia en masa a los inmigrantes africanos capturados en sus aguas incumpliendo las leyes internacionales que protegen a los peticionarios de asilo. Las denuncias de torturas, extorsiones y malos tratos a los inmigrantes en Libia son continuas.
Curiosamente, Berlusconi y Gadafi han seguido cerrando tratos hasta la última semana, cuando Roma permitió a Gazprom acceder al negocio del crudo libio, con la venta de ENI a su homóloga rusa de una cuota del 33% en el importante pozo petrolífero Elephant, situado 800 kilómetros al sur de Trípoli.
La preocupación no es poca. Berlusconi ha anunciado esta mañana que intentará llamar a Gadafi en el transcurso del día para decirle que "ya basta de tanta sangre". La incógnita es si habrá alguien al otro lado de la línea que le responda.
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