sábado, julho 23, 2011

Matrimónios semi-felizes

Extraído daqui:

"El matrimonio (...) viene a ser el envés de (...) proyecto convulso o aventurero. Su proceso natural conduce, tarde o temprano, de lo estimulante a lo anestésico. El gusto por conversar y contar nuestros asuntos al otro decae hasta crear unos silencios tan vacíos como tristemente paralelos. Ni el otro ameniza nuestra vida con sus puntos de vista ni sus puntos de vista conservan el primer brillo de sus ojos. Más bien una línea taciturna pasa de un extremo a otro de la mesa, de un punto a otro del diván o de un lado a otro del lecho conyugal.

¿Una tortura? No llega a ser torturante pero se parece, empieza a ser una tabarra. Alejandro Dumas decía que el matrimonio representa una carga tan pesada que se necesitan dos personas para soportarla pero, a menudo, incluso tres.

Los matrimonios semifelices se pueblan de infidelidades y algunos se separan pero nunca en la proporción que correspondería a su desgaste. No pocos matrimonios desencantados mantienen el pulso por razón de la estabilidad que les proporciona ese vínculo y que no es, desde luego, desdeñable. Mejor, se dicen, la serenidad que lo sublime. Mejor la casamata que la vida a salto de mata.

(...) La excesiva contigüidad, los planes, los proyectos y las distracciones, siempre juntos, allanan la pasión y son proclives, además, al enervamiento.

Sentirse atado a la pareja, a una pareja que no se quiere matar pero tampoco se muere de amor por ella, es el modelo más común de las vidas maritales o matrimonios semifelices.

¿Bueno? ¿Malo? ¿Regular? Hoy, sin tantos hijos que atenúen y amenicen, como antes, los contactos directos, sin la gran familia extensa donde se evacuaban las decepciones y los agravios, la vida en común se estrecha. ¿Se extingue? Es decir, ¿seguirá existiendo en el futuro esta clase de matrimonio? Probablemente, no en la misma proporción."

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